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       Nabil Khalil PhD Sitio Web - Versión en Español

 
 
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 Componentes Árabes En la Cultura Cubana-Capítulo VII.

 

 

 

Capítulo VII

Las sociedades árabes de Cuba y el apoyo a la independencia regional

Las sociedades benéficas de los áraboparlantes jugaron un papel efectivo en la conservación de la unidad entre los coterráneos. La Unión Libanés-Siria de Bejucal fundada en 1928, fue un ejemplo fehaciente. En su acta de constitución se hizo evidente su propósito inicial: propiciar una adaptación al país receptor pero sin llegar a una destrucción del grupo autóctono.

En el artículo 2 se enfatiza como objetivo primordial "... mantener entre los libanéses y sirios residentes en Cuba, relaciones de amistad, solidaridad y fraternidad entre sí." (Archivo Nacional..., Fondo Registro..., expediente 14738, legajo 441).

Brindar oportunidades de empleo a sus miembros era otro de los objetivos de la organización mencionada. En las aldeas maronitas del Líbano, Peters comprobó cómo entre la miscelánea de necesidades de los grupos de afinidad se preveía el logro de ventajosas ocupaciones a sus miembros. (E. L. Peters, 1977: 33).

Así destaca el inciso 4to:

"Procurar que los libanéses y sirios residentes en Cuba, que no cuenten con bienes de fortuna y especialmente si son asociados, obtengan ocupación o empleo en relación con sus méritos y capacidad considerando como asociados (...) a todo libanés o sirio mientras no transcurran tres meses de su llegada a este país." (Archivo Nacional... Fondo Registro..., expediente 14738, legajo 441).

Se observa la fijación de un período de tiempo determinado para otorgar a un inmigrante la condición de asociado, considerándose quizás que después de ese período el recién llegado sería un asimilado a la sociedad receptora.

Pese a la prohibición en el seno de las sociedades levantino-cubanas de discutir los problemas políticos y sociales de sus países de origen, existieron ejemplos evidentes de la solidaridad de los inmigrantes con los acontecimientos del Cercano Oriente. (E. Charón, 1998:35).

La colonia libanésa y siria de Cuba como se autotitulaba en ocasiones, publicó en julio de 1945 un manifiesto titulado "La colonia libanésa-siria de Cuba ante los acontecimientos del Medio Oriente", ya en los finales de la Segunda Guerra Mundial. En el mismo se planteaba el incumplimiento de las promesas de Francia de otorgar la independencia al Líbano y Siria y "...su más absoluta inconformidad con los actos de fuerza de que han venido siendo víctimas los pequeños pueblos libanés y sirio de cualquier lado que hubieran surgido." (Archivo Nacional... Fondo Registro..., expediente 17276, legajo 634).

Entre las sociedades firmantes del documento se destacan la Sociedad Libanesa de la Habana, presidida por Antonio Faber Jal, el Club Sirio Libanés Palestino de Julio Abislaimán Saade y la Juventud Libanesa de La Habana de José Chelala, así como la Unión Libanesa de Ciego de Ávila de Miguel Bosaly.

En septiembre de 1947 se constituyó una sociedad con fines políticos: el Comité Pan Árabe de Cuba, surgida en los momentos de debate sobre el problema palestino en las Naciones Unidas. Los miembros del Comité: libanéses, palestinos y sirios eran de filiación intelectual y publicaron un manifiesto en el periódico El Mundo donde explicaban con lujo de detalles los verdaderos matices del naciente conflicto árab-israelí. Destacaron entre los firmantes del documento los Doctores Antonio Faber, Julio Chelala Aguilera, Tomás Turna y Pedro Kourí.

Este accionar de la comunidad cubano-árabe influyó sin dudas en la votación del gobierno cubano de turno contra la partición de Palestina en dos estados étnicos y por el sostenimiento de su unidad estatal y territorial. (E. Charón, 1998: 34).

Otra organización fundada por motivos políticos fue el Comité Nacional Pro-Defensa de la Independencia del Líbano, creado en La Habana el 28 de mayo de 1958 —y que tuvo dos años de duración—, como consecuencia de la crisis gubernamental y el apoyo del presidente libanés al Pacto de Bagdad. (E. Charón, 1998: 35).

Para asociaciones como la Sociedad Palestina Árabe de Cuba se prescribía como requisito para ocupar la presidencia, el carácter bilingüe del directivo máximo: era imprescindible leer y escribir en árabe y castellano. Esta característica facilitaba la comunicación de los asociados con el mundo exterior, una interrelación muy necesaria para el mundo del comercio, al cual pertenecía la mayoría de sus miembros. (Archivo Nacional... Fondo Registro..., expediente 16546, legajo 581).

En sus inicios las sociedades de los inmigrantes árabes conservaban un carácter exclusivamente masculino, propio de las tradiciones de sus sociedades patrilineales y agnaticias. Sin embargo, paulatinamente se permitió la entrada de mujeres a sus filas y sus juntas directivas. (E. Charón, 1998: 35).

La totalidad de asociaciones fundadas por los árabes y/o sus descendientes en Cuba ascendió a la cifra de 25 entre 1904 y 1958, según el listado confeccionado por la historiadora Eurídice Charón. (Ver Anexo.) 

 

 

 

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El autor 

 
 
 
 

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