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       Nabil Khalil PhD Sitio Web - Versión en Español

 
 
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 Componentes Árabes En la Cultura Cubana-Capítulo V.

 

 

Capítulo V

La estructura familiar: la fuerza de la tradición

 

La laberíntica estructura confesional descrita anteriormente, apunta hacia lo difícil de un análisis monolítico en el comportamiento de las relaciones de parentesco, la estructura familiar, el carácter de los matrimonios y otros aspectos ligados al edificio social intrínseco al inmigrante árabe.

La variada procedencia étnica y aldeana influyó en gran medida en la forma inicial de agrupación de los recién llegados. La pertenencia a comunidades tradicionales vinculada a una economía, cultura y rito determinados propició el mantenimiento de una estructura social mayormente cerrada, que fue mutando en la medida en que el grupo étnico en transición era objeto de cambios socioeconómicos y culturales en el país receptor, y especialmente en la medida en que las generaciones de descendientes no vieron en el matrimonio endógeno la significación y tradicionalidad que tuvo para sus ancestros árabes.

La base de la estructura familiar, el matrimonio, constituyó en Cuba el epicentro vinculado a la estructura original del nativo, la tradición y los intereses individuales del inmigrante.

La endogamia matrimonial fue el componente predominante de la estructura en los primeros tiempos del proceso migratorio, y tuvo un carácter cosmopolita:

1. La endogamia intrafamiliar o consanguínea: aquellos matrimonios entre primos de distintos grados, distinguiéndose los que inmigraban casados desde el área de origen, y los que contraían nupcias en el país de destino.

2. La endogamia intraldeana: las nupcias celebradas entre los nativos de una misma aldea o de un mismo suburbio citadino.

3. La endogamia confesional: los matrimonios celebrados entre dos nativos del mismo país y el mismo grupo religioso.

4. Los matrimonios intraétnicos interconfesionales: aquellos cónyuges nativos del mismo país pero con ritos diferentes.

5. Endogamia regional: cónyuges provenientes de distintos países árabes.

Esta estructura no respondía al llamado sistema de linaje segmentario como erróneamente plantean algunos autores.[1] Este sistema de tipo tribal —con una celosa computación de genealogías antiguas— se manifestó en el Líbano solamente para la clase aristocrática de los chiítas del Sur, que funcionó como clase parásita y ociosa. Sólo a ellos convenía el mantenimiento de un linaje y una genealogía que los enlazara a un antiguo héroe del Islam (principalmente los imanes) o al mismo Profeta. Este status especial confería a ellos una especificidad en el disfrute de la propiedad agrícola y otras ganancias económicas. (E. L. Peters, 1977: 70).

Para el resto de los estratos sociales, llámense campesinos y comerciantes maronitas o chiítas, el sistema segmentario no funcionaba como una entidad rígida. Los campesinos raramente reconocían más allá de dos generaciones de ascendentes. (E. L. Peters, 1977: 71-72).

En cuanto al casamiento endogámico, existieron entre las comunidades orientales ciertas diferencias. Para los musulmanes el matrimonio con la hija del hermano del padre resulta fundamental para mantener intacto el carácter agnático de la herencia. No así para los maronitas, para quienes la unión de primos hermanos paternos paralelos suele ser muy exclusiva, abundando más los matrimonios de primos segundos paralelos y de primos cruzados, así como los matrimonios de afinidad, y así funcionó en Cuba (Ver Anexos.)

Un caso concreto: el barrio árabe de Monte

Los cincuentiséis matrimonios efectuados entre los nativos árabohablantes cristianos entre 1895 y 1947, fueron un indicio concreto de las relaciones familiares endógenas que contribuían a la conservación de la filiación étnica de origen de los inmigrantes.

Buscando la mejoría de su situación económica y la adaptación al nuevo medio ecosocial, el inmigrante intentará ante todo agruparse con su coterráneo de la forma más compacta posible, allí donde la inmigración en cadena lo propiciase. Esto le permitió al levantino adaptarse inicialmente sin asimilarse.

 

 

Fuentes: Libros de matrimonios de españoles, blancos y Libros generales de matrimonios. Parroquias de San Nicolás de Barí y San Judas Tadeo, de Jesús, María y José y del Santo Cristo del Buen Viaje. Elaboración propia.

 

Según la tabla anterior la cifra de matrimonios endógenos fue mayor en San Nicolás de Bari, con un boom en el segundo período debido a la permanencia allí de los prelados maronitas. Además, los inicios de la década de los veinte marcaron el cénit de la entrada de la morería a Cuba.

Asimismo, se efectuaron en la parroquia de San Nicolás matrimonios de carácter mixtos —con componente árabe o su descendiente en una de las partes. 

Las uniones endogámicas contribuyeron a preservar la cultura de la comunidad y frenar el proceso asimilativo.

Por los asientos bautismales se comprobó la existencia de otras 134 parejas intraétnicas, que constituyeron el 46.5% del resto de los matrimonios, incluyendo los mixtos. (E. Charón, 1992: 57). En este caso fue imposible comprobar si los casamientos se produjeron en el área de procedencia o en nuestro país, como tampoco se dedujo estadísticamente, por no especificarlo la fuente, el porcentaje de niños bautizados nacidos en Cuba.

Pese a la escasez de datos las siguientes tablas ilustran la procedencia de los contrayentes por sexos.

 

 

Fuentes: Libros de matrimonios de españoles, blancos y Libros generales de matrimonios. Parroquias de San Nicolás de Bari y San Judas Tadeo. (1896-1947). Elaboración propia.

Fuentes: Libros de matrimonios de blancos y Libros generales de matrimonios. Parroquia de Jesús, María y José (1898-1935). Elaboración propia.

Dentro de los matrimonios endogámicos se efectuaron cinco uniones consanguíneas, de las cuales vale destacar una entre primos hermanos paternos paralelos, en el seno de la familia Gorayeb, procedente de Damour, otra entre primos hermanos cruzados, y una unión de primos segundos paternos paralelos. (Ver esquemas genealógicos y Anexos). El resto de los matrimonios consanguíneos se dedujo sólo por inferencia al poseer los dos cónyuges el mismo primer apellido.

Para las nupcias consanguíneas se efectuaron las dispensas requeridas (ver Anexos) por estar virtualmente prohibidas por la Iglesia Católica, máxime cuando los maronitas y los griego-ortodoxos consideran seis clases de matrimonios incestuosos (por descendencia, afinidad, adopción, ritual, adulterio y luto). (F. Khurí, 1974: 134-235).

La causa de los matrimonios consanguíneos en distintas comunidades del Próximo Oriente estuvo vinculada a la explotación y aprovechamiento del terreno cultivable por parte de determinadas familias. Robert Cresswell observó en la región de Chouf (Líbano centroccidental) cómo un grupo de familias cristiano-maronitas denominadas linajes por dicho autor, contraían en su seno numerosos matrimonios entre primos de diversos grados, garantizando para las generaciones siguientes el control de la propiedad agrícola de los territorios bajo su administración. Las familias con mayor cantidad de miembros y subdivisiones adquirían una mayor riqueza potencial que no se dispersaba gracias a la endogamia familiar. (R. Cresswell, 1977: 111-112).

Existieron aldeas como la estudiada por Peters en el centro del Líbano, donde la ocurrencia de matrimonios entre primos estuvo vinculada al cultivo intensivo de la tierra que, por la ausencia de la gran propiedad feudal, estaba dividida en pequeñas parcelas de propiedad individual. Allí ocurrieron mayormente casamientos de primos cruzados y primos segundos paralelos. (E. L. Peters, 1977: 48)

Sin embargo, en los trabajos de campo en el Cercano Oriente se demostró el bajo porcentaje de matrimonios de primos hermanos a nivel general.[2] De cualquier forma, las condiciones y necesidades generaron las tradiciones y estos matrimonios funcionaron entre los grupos étnicos de transición en los países receptores.

 

ESQUEMAS DE MATRIMONIOS DE PRIMOS EFECTUADOS EN LOS DISTRITOS

PARROQUIALES DE LA HABANA ENTRE INMIGRANTES ÁRABES.

 

1. Parroquia de Jesús, María yjosé (14 de diciembre de 1912)

Clasificación: matrimonio de primos hermanos cruzados (con la hija del hermano de la madre de ego).

 

2. Parroquia de Jesús, María yjosé (5 de septiembre de 1923).

Clasificación: Matrimonio de primos segundos paralelos patrilaterales (con la hija del hijo del hermano del padre de la madre de ego).

3. Parroquia de San Nicolás de Bari (30 de octubre de 1927)

Clasificación: Matrimonios de primos hermanos paternos paralelos (con la hija del hermano del padre).

 

Fuentes: Libros de matrimonios de las parroquias de San Nicolás de Barí y de Jesús, María y José. (Ver transcripción textual de los dos primeros en los Anexos.)

Elaboración propia de los esquemas.

 

La persistencia relativa de los patrones de matrimonios consanguíneos y de afines entre los árabes de Cuba, en la etapa primaria del asentamiento es un esquema que se mantiene aun en la contemporaneidad por los libanéses que emigran de las aldeas a los suburbios. (F. Khurí, 1975:174). De los matrimonios intraétnicos del barrio árabe de La Habana quizás existieron otros consanguíneos, pero debido a la ausencia de datos no pudo comprobarse.

Tampoco se comprobó la celebración en Cuba de matrimonios consanguíneos entre los inmigrantes arabo-islámicos, pues en las iglesias cristianas era improbable que los musulmanes declarados contrajeran nupcias, salvo que fueran conversos.

Ante la ausencia de un sistema de linaje en el grupo étnico de transición arabo-cristiano funcionó en Cuba el mecanismo de la afinidad, surgido sobre la base de la relación establecida por los individuos alrededor de una pareja matrimonial.

Se vislumbró la presencia en él de los individuos afines: cuñados o hermanos políticos, 'oda/7 (esposos de dos hermanas), y otras categorías de personas que aparecen vinculadas también en el comercio, las sociedades benéficas árabes y en las ceremonias religiosas. En la parroquia del Santo Cristo del Buen Viaje se efectuaron dos matrimonios de afinidad (entre parientes afines de primer grado) en 1913 y 1923 respectivamente, uno entre libanéses y otro entre palestinos. (Ver Anexos.)

Clasificación: Matrimonio con la hermana de la esposa fallecida (sororato)

Fuentes: Libro 9 de matrimonios de pardos y morenos y 1ro. general de matrimonios de la Iglesia del Santo Cristo del Buen Viaje, folio 279, asiento 382; Libro general de matrimonios de la propia parroquia, folio 216, asiento 462. (Ver transcripción textual en los Anexos.) Elaboración propia del esquema.

 

Inmigrantes de Rachiin también aseveran la existencia de la afinidad en la barriada de Monte. Amelia Zeuk recuerda la estrecha relación mantenida con Nur Yitani, esposa de su primo hermano Badue. Nur y Badue fueron reclamados por Amelia y vivieron juntos en la casa de los Zeuk en el barrio levantino (Monte #660); los hijos de Nur fueron bautizados por la mencionada testimoniante.[3]

En las familias cristianas procedentes de Palestina, el casamiento endogámico contribuyó al sostenimiento del grupo étnico de origen, al producirse la interrelación de diversas familias de Nazaret, ligadas por matrimonios de algunos de sus miembros en el área de origen y la

continuidad de ese mecanismo mediante matrimonios homogéneos: tres inmigrantes nazarenos se unen con tres descendientes residentes en el barrio árabe de Monte, de tal forma se vincularon los siguientes grupos patronímicos: Mattar, Canasí, Duere, Tabraue y Nasser.

Si bien los matrimonios intraétnicos dieron al barrio de Monte la posibilidad de continuar la homogeneidad de sus integrantes, el carácter incompleto de las familias nativas favoreció las uniones mixtas como factor para una paulatina asimilación.

El proceso migratorio de los árabes, pese a ser en cadena, no logró reunir a núcleos familiares íntegros como sí ocurrió con la inmigración judeo-sefardita en la Isla. (R. Levine, 1993: 8-9).

En los distritos parroquiales la coexistencia de tres generaciones en una misma casa fue excepcional. Los abuelos generalmente quedaban residiendo en sus países de origen y no se decidían a emigrar, y en otros casos eran personas difuntas.

La ausencia de los abuelos árabes del hogar de los nietos, fue uno de los factores condicionantes de la asimilación futura de la comunidad levantina: en las estructuras familiares del Próximo Oriente los ancianos juegan un papel formativo y rector en la educación de los menores, por ejemplo, en la enseñanza de la lengua natal que fue una función desempeñada con vehemencia por los adultos mayores.

 

Fuentes: Libros de bautismo de blancos y Libro general de bautismo de la Parroquia de San Nicolás de Barí (1885-1959). Elaboración propia.

 

Al faltar la figura del anciano en el hogar del inmigrante, el aprendizaje del idioma árabe y la conservación de otras tradiciones se fue flexibilizando. Entre los descendientes de segunda generación, fueron pocos los que hablaban correcta e íntegramente la lengua de sus ancestros y menor aún la cifra de los que lo escribían.

En la relación interpersonal e intergeneracional entre los nativos, el idioma árabe sí era cotidiano e imprescindible. Se apreció la continuidad de una costumbre: el modo de dirigirse entre los esposos cristiano-árabes en el barrio. Nazira Nemer corroboró el uso del término ibn'amm (literalmente, hijo de mi tío) que se usó con un significado más amplio entre las mujeres y se aplicaba a los esposos. Los hombres utilizaban por su parte el término bint'amm (hija de mi tío) para hablar de la esposa.[4]

La mayoría de los hombres que contrajeron nupcias en la parroquia de San Nicolás vivían sin sus padres, quienes continuaron residiendo en la aldea natal. Ello demostró el carácter individual e independiente de la inmigración masculina árabe, lo que también confirmó el matiz incompleto e inconcluso del asentamiento.

 

Fuentes: Libros de matrimonios de españoles, blancos y Libros generales de matrimonios. Parroquias de San Nicolás de Barí y Jesús, María y José (1896-1947). Elaboración propia.

 

En el caso de las mujeres contrayentes, el proceso funcionó a la inversa. La mujer soltera inmigraba muy joven y necesariamente acompañada de sus padres o de uno de ellos, o en su defecto de algún pariente con mayoría de edad.

Se reflejó la edad superior de los hombres árabes en relación con sus cónyuges, algo muy típico en la tradición matrimonial en el Cercano Oriente. La edad promedio de los hombres casados en la parroquia de San Nicolás de Bari fue de 29.3 y la de las féminas de 21.8.

 

Fuentes: Las mismas referidas en tabla anterior. Elaboración propia.

 

Los matrimonios intraétnicos podían celebrarse mientras se conjugara un grupo de condiciones: concentración de los inmigrantes, con el consiguiente equilibrio de hombres y mujeres en estado de soltería y/o viudez; concentración de miembros de un mismo grupo

patronímico con el equilibrio en la composición de sexos.

La presencia mayoritaria de hombres árabes solteros en Cuba se debió a una tradición; una parte considerable de los campesinos levantinos solía casarse en su etapa de emigrante, ya fuera en las urbes y suburbios de sus países o en el país de destino. Generalmente, emigraban primero para encontrar empleos ventajosos y se casaban posteriormente con una paisana. (F. Khurí, 1974: 134-135).

En el barrio arabo-habanero, pese a que la mayoría de los hombres se casaron antes de los 30 años, un grupo importante lo hizo después de esa edad promedio. La composición demográfica en la aldea de origen, la disponibilidad de mujeres en edad nubil, las posibilidades económicas y el gusto personal fueron las causas más comunes para la soltería prolongada de algunos levantinos.

Fuentes: Libros de matrimonios de las 3 parroquias estudiadas. Elaboración propia.

En la tabla no fueron incluidos los viudos ni los unidos civilmente, pues ya habían contraído matrimonio civil o canónico previamente.

Algunos inmigrantes del barrio contrajeron segundas nupcias por motivo de viudez. En la parroquia de San Nicolás se efectuó en 1910 un matrimonio entre viudos. (Libro 4 de matrimonios de blancos. Parroquia de San Nicolás de Bari, folio 272). En la parroquia de Jesús, María yjosé se registraron dos casos: Rafaela Gevis, nativa de Trípoli, viuda de 28 años, quien se casó por segunda ocasión con un inmigrante el 7 de febrero de 1898. (Libro 9 de matrimonios de blancos. Parroquia de Jesús, María yjosé, folio 36, asiento 38). Su anterior esposo Hanna Brahim, también de Trípoli era el padre de su hija, la que días antes contrajo nupcias en la parroquia de San Nicolás, también con un nativo. (Libro 4 de matrimonios de blancos. Parroquia de San Nicolás de Bari, folio 738).

Resulta de interés en el caso citado la temprana edad de casamiento de la hija (16 años) y el nuevo matrimonio de su madre, condicionados quizás por las precarias condiciones de vida de estas mujeres, que necesitaron la unión conyugal para consolidar su vida económica y social.

Otro caso de matrimonio secundario femenino fue el de Adíe Schdid oriunda de Rachiin en Kesruan, Líbano, quien contrajo segundas nupcias a los 30 años de edad el 24 de agosto de 1925, un año después de su llegada a Cuba. Había perdido a su esposo y dos de sus hijos durante la Primera Guerra Mundial y emprendió el viaje a Cuba en 1924 junto a su hija Nazira.

Los matrimonios secundarios endogámicos fueron claro indicio de la subsistencia de la intraetnicidad de los primeros tiempos.

 

Fuentes: Libros parroquiales de las iglesias de San Nicolás de Barí, Jesús, María y José y del Santo Cristo del Buen Viaje. Elaboración propia.

No se incluyeron en la tabla precedente aquellos matrimonios en los que no se verificó el verdadero país de origen del cónyuge. Las clasificaciones generales resultaron dudosas.

 

Fuentes: Libros de matrimonios de españoles, blancos; Libros generales de matrimonios y Libros bautismales de las parroquias de San Nicolás de Bari; de Jesús, María yjosé y del Santo Cristo del Buen Viaje. Elaboración propia. 

 

Las familias de inmigrantes mantuvieron, en los primeros tiempos de su asentamiento en Cuba, algunas costumbres típicas de su cultura de origen:

• utilización de objetos tradicionales en su vida común, entre los que se destaca el narguile o pipa para fumar tabaco aromatizado, objeto que conservaron algunos descendientes en sus casas;

•algunos hombres (campesinos libanéses-musulmanes) vistieron algún tipo de turbante, entre ellos, la goutra o tocado de cabeza.[5]

Comportamiento de la estructura familiar a nivel nacional: el caso libanés

El censo realizado a los naturales libanéses y sus descendientes en Cuba en la segunda mitad de los años cincuenta, brindó detalles interesantes respecto al paso de la estructura familiar tradicional a la estructura mixta.

Las parejas que emigraban desde el Líbano tenían diversas peculiaridades:

1. Los cónyuges eran naturales de la misma aldea y se casaban en el mismo punto.

2. Los cónyuges eran naturales de aldeas diferentes y contraían nupcias en el pueblo del esposo (virilocalidad).

3. Los cónyuges procreaban en el Líbano (hijos nacidos en el Líbano). Estos tres aspectos indicaban una homogeneidad étnica; en algunos casos los hijos emigraban entre los 9 y 15 años de edad, transitando de la niñez a la adolescencia y, aunque se asimilaron a la tierra de destino paulatinamente, continuaron considerándose étnicamente árabes. Nazira Nemer que arribó a Cuba con nueve años fue un ejemplo fehaciente.

 

 

Fuente: Formulario de matriculación de la persona de origen libanés y su familia (¡955-1958). Elaboración propia.

 

Fuente: La misma de la tabla anterior. Elaboración propia. 

 

Los matrimonios intraétnicos de transición fueron los realizados entre un árabe (nativo en un OES árabe) y un descendiente nacido en Cuba o en un tercer país o también aquellas nupcias realizadas entre dos descendientes nacidos en Cuba. En el caso libanés estos matrimonios tuvieron variadas características:

• La cónyuge nacida en Cuba se naturaliza libanésa, es decir, se adscribe jurídicamente al etnos-nacionalidad de su esposo.

• El matrimonio permanece en Cuba durante un período, pero emigra al Líbano.

• El cónyuge nacido en el Líbano se naturaliza cubano, es decir se adscribe jurídicamente al etnos-nacionalidad de su esposa. La pareja permanece en Cuba y sus hijos contraen matrimonio con cubanos. Aquí el cambio de la autoconciencia árabe libanésa a la cubana es inminente en la segunda y tercera generaciones.

Los matrimonios intraétnicos representan un 56.6% y los interétnicos un 43.4%, esta último cifra fue necesariamente en aumento ante el freno de la inmigración directa del Cercano Oriente, y el surgimiento de las generaciones de descendientes. El 41.1% de matrimonios entre representantes del etnos libanés y el etnos cubano, denota un proceso de mixación

etnogenética, donde interactuaron etnoses sin familiaridad étnica. Esa interacción de etnoses heterogéneos —como plantea Bromley— (Y. Bromley, 1986:112) dejó de ser mixación para convertirse en asimilación, al aparecer en los productos genéticos nuevos (descendientes de dos etnoses distintos) una nueva autoconciencia étnica, la cubana.

La herencia: otro punto cardinal

La transmisión patrilineal y unilineal de la herencia ocupa un espacio medular en el edificio jurídico de la cultura árabe-islámica. Pese a la aparente indiferencia de los inmigrantes árabes-musulmanes para agruparse confesionalmente, se cumplió en alguna medida la ley coránica al fallecer algún nativo de fe muslímica. 

Para ilustrar el párrafo anterior merecen citarse dos ejemplos:

1. Un inmigrante chiíta del pueblo de Bint Jbail (sur del Líbano) falleció en 1969 y dejó como herederos a familiares radicados en Cuba y en el Líbano. Se aplicó la ley musulmana chiíta; el tribunal competente para actuar fue el de Bint Jbail. El occiso, quien no dejó descendencia lineal, sería heredado por un sobrino, el hijo de un sobrino nieto —ambos residentes en el Líbano— y los tres hijos de un primo hermano fallecido en el Líbano. Estos descendientes se incluyen dentro de la tercera clase de herederos consanguíneos que estipulan los chiítas (ver Tabla #12).

2. En el caso de otro libanés fallecido en 1973 se decidió la aplicación de los porcentajes normados por el Corán. El finado tenía como herederos naturales a su esposa, un hijo varón y cuatro hijas hembras:

• A la esposa correspondía el 25% de la herencia (según el Corán en caso de existir hijos esa era la cantidad estipulada para las viudas).

• Al hijo varón correspondería un 25% de lo heredado.

• Las cuatro hijas heredarían el 12.5% del legado, es decir, un sexto. (El Sagrado Corán, [s.f.]: Sura 4, Aleyas 11-12).

 

Fuente: Abd al Ati Hammudah. The Family Structure in Islam. American Trust Publications. 1977. Traducción del inglés: propia, Sin embargo, el ejercicio de esta ley en Cuba se dificultaba debido al carácter segregado de las familias.

 

 

(1) Emrys Lloyd Peters, antropólogo británico, se opuso a la teoría de un grupo de autores (Fuad Khuri, John Culick, A. H. Fuller, entre otros), que aplicaron el concepto de linaje a cualquier grupo social del Líbano. Ver: E. L. Peters, "Aspects ofaffinity in a lebanese maronite village", en Mediterranean Family Structures, 1977.

(2) Cresswell ilustra en su estudio el comportamiento estadístico de los matrimonios de primos paternos en distintas aldeas y pueblos del Medio Oriente, y sumando todas las clases de uniones (con la hija del hermano del padre, con la hija del hermano del abuelo, con la hija del hijo del hermano del abuelo y otros) no supera el 40% como promedio. R. Cresswell. "Lineage endogamy among maronite mountaineers, en, Mediterranean Family Structures, p. 108”. 

(3) Testimonio oral de Amelia Zeuk. Trabajo de campo del autor, junio de 1998.

(4) Testimonio oral de Nazira Nemer. Trabajo de campo del autor, mayo de 1977 y E. L. Peters, ob. cit., p 65.

(5) Esta costumbre se comprobó a través de las fotografías de familias inmigrantes del centro del país y de las fotografías de los documentos de identidad.

 

 

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Capítulo I  | Capítulo II  | Capítulo III  | Capítulo IV  | Capítulo V 
Capítulo VI  | Capítulo VII  | Capítulo VIII 

 

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El autor 

 
 
 
 

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